sábado, 12 de mayo de 2012

Nahui/Lizeth Sevilla


Nahui

Lizeth Sevilla





Espero que cuando yo esté muerto comprendas

que conseguí tanto como pude.

Charles Bukowski

I

Debió ser doloroso Nahui

abrir los ojos en una cama

sin tu mujer al lado

dejar pasar la eternidad

                          -que te pertenece-

bebiéndote las olas

de un mar dulcísimo

recorrer las plazas comerciales

con ese ejército de ángeles asexuados

que no podrás poseer/



porque en tu nuevo mundo

no está el cuerpo mío

amándote

teniéndote cerca de la piel

que ahora arde y envejece

en esta tierra de misterio y tumbas.



Debió ser extraño mirarte en las aguas

cristalinas

con tu ropaje blanco.

Escuchar mientras caminabas

los murmullos de terceros que te cuestionaron

y desde entonces te condenaron al olvido.



Debiste añorar esos conciertos coreanos

                            -que sólo tú entendías-

en aquel mundo sin lengua/



los atardeceres en los que Lhasa de Sela

se incrustaba en tus oídos

mientras leías a Platón o a Wittgenstein

y yo tomaba café o agua.



Cómo debió dolerte

no tener en tu mochila el viejo libro

Nietszcheriano

que cargabas en tus viajes,

la colección de Alighieri

que te ponía de malas cuando llegabas al infierno

y salían ese momento tus fantasmas

al filo del atardecer

                            reclamando tu presencia.  

No pude seguirte Nahui

porque me quedé llorando tu ausencia

en esa tarde de julio en que te reventó la vida

y ya no quedaron fuerzas para reclamarle al destino.



Cómo me entume el tiempo Nahui,

el ruido de los carros, el vacío de las noches en vela

esperando que vengas y me expliques

que me digas del neoliberalismo,

del misterio de los cuerpos despojados.

II

Qué le vamos a hacer a la vida

Nahui

si así nos la construyeron

muda

inerte por antonomasia

sin asombro

sin renunciamientos

con el caos agrietándonos los labios para no hablar jamás.



Cómo te explico Nahui el abandono

cómo te curo las heridas

de esa alma tuya

que se ha ido a adolecer

                a otros paraísos



cómo te digo a ti

del libre albedrío

si elegiste bien al desafiar las reglas de los mundanos

de los que vamos por la vida creyéndolo todo

el currículo

la lengua

el sexo

los divorcios

III

Nos has dejado para siempre

dolorosos

con el miedo entrando por las uñas

con las lagrimas quemando los rostros

de esos entes que nos miran y callan

con la moral rasgándonos el pecho

y la ciencia atolondrándonos

la vida…



Cómo me harás saber de ese momento

-católico y apostólico que tanto odiaste-

en que vengas y tumbes la puerta

tires los libros

asustes al gato

y me digas con la fuerza del que regresa

que no ha pasado nada…



Hay que volver a dormir…

2 comentarios:

  1. "Cómo te explico Nahui el abandono, cómo te curo las heridas de esa alma tuya" [...]
    Sigue escribiendo con esa bella energía que tienes. Necesitamos de los grandes escritores -como tu- para que nos curen las heridas que nos deja vivir en este mundo.

    ResponderEliminar
  2. "Cómo te explico Nahui el abandono, cómo te curo las heridas de esa alma tuya" [...]
    Sigue escribiendo con esa bella energía que tienes. Necesitamos de los grandes escritores -como tu- para que nos curen las heridas que nos deja vivir en este mundo.

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