viernes, 29 de marzo de 2013

El rencuentro de la familia pulquera/ Lizeth Sevilla


El rencuentro de la familia pulquera

Lizeth Sevilla

 

“Y fueron a poblar allí sus antepasados, porque su señor que era escogió aquella tierra por muy buena y rica. Estos mesmos inventaron el modo de hazer el vino de la tierra. Era mujer la que comenzó y supo primero agujerar los magueyes para sacar la miel de que se haze vino; y llamávase Mayáoel. Y el que halló primero las raízes que echan en la miel llamávase Pantécatl. Y los autores del arte de saber hazer el pulque, ansí como se haze ahora, se dezían Tepuztécatl, Cuatlapanqui, Tliloa, Papaíztac, Tzocaca, todos los cuales inventaron la manera de hazer el pulque en el monte llamado Chichinauhya”

 

Historia general de las cosas de la Nueva España. Libro X.

Fray Bernardino de Sahagún.

 

Fue en 1558 cuando Fray Bernardino de Sahagún recibió la encomienda de realizar un trabajo profundo en el que detallara la forma en la que vivían los indígenas a la llegada de los españoles, a la tierra que ellos llamaron la Nueva España. Para realizar esta concesión, Fray Bernardino de Sahagún se hizo ayudar de sus estudiantes, muchos de ellos mexicas que habían sido ya evangelizados y comprendían el castellano. Para estas fechas el fraile ya vivía en Tepeapulco, al sureste de Hidalgo, en donde comenzaron a construir, sobre las ruinas de una pirámide, el monasterio para los sacerdotes de la orden Franciscana, muy cerca de la casa que había ocupado Hernán Cortés a su paso por esta localidad.

En esta tierra, Fray Bernardino de Sahagún comenzó a realizar lo que algunos llaman, de buena fe, la etnografía de la Nueva España. En ésta, no solamente describió los rituales en las relaciones de poder y la organización social, sino que escribió lo que ahora se conoce como el Códice Florentino, en el que ahonda sobre los efectos de un sinfín de plantas curativas de diversas especies que encontraba en su camino, como el maguey, del que relató todas las propiedades que aprendió estando cerca de la gente, desde la extracción del aguamiel, su fermentación para hacerlo pulque hasta el contexto en el que se bebía. 

Algunos siglos después, en el mismo Tepeapulco que Sahagún describió, fue que nos reunimos nuevamente la familia pulquera, en el Tercer Congreso del Maguey y Pulque, celebrado en el mes de Octubre, para compartir lo que hemos aprendido a través del tiempo sobre esta planta que nos ha proveído de casa, ropa, alimento y medicina por tantos siglos. Recorrimos sus calles, bebimos su pulque, continuamos aprendiendo de los tlachiqueros que año con año nos reciben con un curadito y toda su amabilidad, bebimos y compartimos lo que se ha estado haciendo desde nuestras trincheras en relación a este alimento milenario.

Volvimos a coincidir personas de diversos estados de la República. Desde el estado de México, los del Colectivo el Tinacal, hablaron de la relación de las mujeres con el pulque, la epistemología pulquera, las neopulquerías en la Ciudad de México, y presentaron su reciente libro Los recuerdos del porvenir, las pulquerías de la Ciudad de México. También Gabriel Bravo, que durante más de diez años ha hecho una etnografía fotográfica de la república mexicana en busca de pulque, nos compartió algunos de sus momentos memorables de sus viajes pulqueros. De San Luis Potosí, el Colectivo El Cariño de un Tlacuache, hablaron de la cultura pulquera de su estado, una revisión histórica y del trabajo cultural que han estado realizando para la resignificación de la bebida. Del estado de Puebla, Javier Gómez Morín, que cada congreso nos ha dejado anonadados con la profundidad de los temas que plantea, esta vez nos compartió información sobre la presencia del pulque en el cine mexicano, cortometrajes desde 1933 hasta nuestras fechas. También los creadores de la Pulcata, nos compartieron que han estado trabajando con el destilado de pulque, un licor que a pesar de ser industrializado, conserva de alguna manera el sabor lejano de la tierra. Y así Querétaro, Oaxaca, y Morelos con un cuento maravilloso que una tarde de viernes friolento nos compartió la escritora Carmen Mendoza Cámara, con su Azul Celestial.

La presencia de Jalisco también se hizo evidente con el Colectivo Pulquimia, que llevó una exposición pictórica sobre los misterios del maguey y el pulque. Recuerdo un Mándala Chinicuil de Sergio Manzano, que me hizo feliz una tarde de añoranzas. Llevaron también maguey de Jalisco y la música que nos hizo las noches cuando terminábamos de discutir la vida pulquera. También estuvieron presentes los autores de “Pulque, pulqueros y bebedores en Jalisco”, generando un ambiente de discusión enriquecedor, sobre el rumbo que lleva el respeto por el maguey y el pulque, las alternativas agroalimentarias y el compromiso social de quienes estamos inmersos en la investigación. Finalmente, fue el turno del trabajo etnográfico que durante casi dos años he realizado en Zapotlán el Grande y en algunos municipios del Sur de Jalisco.

Durante estos tres años hemos visto cómo se han sumado personas que han estado haciendo investigación, jóvenes de diversos estados de la república que se unen a este trabajo que desde lo individual exige congruencia, respeto, compromiso y, desde el punto de vista colectivo, una responsabilidad inefable con nuestras raíces. Pero también durante casi tres años, hemos aprendido del trabajo de los tlachiqueros que han permanecido con su legado a pesar de las condiciones adversas que los han golpeado, con el agravio que ha sufrido el maguey y el pulque en toda la república. Por eso, en los tres congresos, se les ha rendido un merecido homenaje por dejarnos aprender y por no dejarnos sin maguey y pulque en estos periodos de resistencia. Este homenaje que se realiza cada año en un municipio diferente del estado de Hidalgo, también lo ofrecemos los que vamos de otras trincheras, agradecidos con los pulqueros que abrieron las puertas de sus casas y nos dieron la oportunidad de aprender todo sobre el maguey y el pulque.

Al finalizar el congreso, algunos miembros del colectivo el Tinacal y Pulquimia, así como los nómadas, tuvimos la oportunidad de compartir espacio, canciones y pulque en la hacienda de don Alfonso Alvarado, en Tultengo, quien además de heredarnos las enseñanzas del campo y abrirnos las puertas de su casa, hizo un homenaje a los tlachiqueros de Hidalgo y a los pulqueros de Jalisco, construyendo dos monumentos vivos: en uno se sembró un maguey de Hidalgo y, en otro, un maguey de Jalisco, como símbolo de la hermandad y el esfuerzo que compartimos al buscar el respeto por la cultura del maguey y el pulque.

En estas tierras en las que Fray Bernardino de Sahagún intentó comprender las propiedades de una planta y la relación que tenía la gente con ella, nosotros nos bebíamos su néctar y veíamos los inmensos valles surcados de maguey. Seguramente, entre la quietud y la neblina nos hacíamos preguntas, pero los días y las noches en Tepeapulco, incitan necesariamente al silencio, a las caminatas en soledad pensando y dejándose querer por ese olor a tierra, a viento mezclado con alcanfor y especias, a leña ardiendo, a pulque fresco. Allá cada cuando una estrella que se cae al magueyal, los sonidos lejanos de un viento femenino que anda buscando algo –como nosotros–.

Hay quien dice que año con año vamos a un congreso pulquero, los que hacemos investigación y los que hacemos algo, lo que sea, para resignificar el pulque. Para muchos de nosotros es ir al encuentro de la familia pulquera y eso es motivo de celebración. Vivimos la fiesta de la tierra, durante los tres o cuatro días que hablamos y bebemos del néctar de los dioses, de los cuatrocientos pechos de Mayahuel.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Fotografía de Minerva Gonzáles. Monólogo de una mujer desnuda...
 
Un soliloquio/ Lizeth Sevilla
 
Y como en otras épocas
cuando me viene el amor de golpe
y quiero mirarte a los ojos
morderte los labios
abrir las compuertas de mi entrepierna
para que descifres mis andanzas
me detengo y escribo…

Es probable que un día
no solo te inunden mis palabras…
y entonces vengas a recorrer mi isla
[sin el miedo que eres ahora]

sábado, 12 de mayo de 2012

Monólogo de una mujer desnuda /Lizeth Sevilla

Monólogo de una mujer desnuda /Lizeth Sevilla

I

Nuestro amor era un simulacro,

un antifaz del tiempo sobre nuestra memoria,

el amor que hacíamos todos los días

con las ausencias y presencias,

el amor que gastábamos luego en besos

arrancando resuellos pasionales

al raciocinio,

cuando empezábamos a extrañarnos

con un dolor lúdico

en el vientre,

en las manos,

en la boca,

en el silencio

donde hacemos falta,

en la oscuridad:

bendita dualidad del deseo no consumado,

cuando nos enseñamos
la tierra,

el agua,

el viento,

y lo indecible

se descifraba en tus manos

[y en tu boca],

cuando tu lengua resolvía

cálidamente

los misterios de mi cuerpo enardecido

de ti,

de todo.

II

Todas las noches eran de tango,

de violines necios

que han susurrado por los siglos de los siglos

besos graves,

miradas graves,

ausencias graves,

cuerpos sin memoria que siguen creando

en el tiempo, en su espacio,

que se encuentran

y desencuentran.

III

En el presente que no te incluye,

trazo líneas de tu cara

con el humo del cigarro,

te salvo de la abstinencia,

de no imaginarte… del olvido.

Y vivo en un exilio de tu cuerpo,

de tus manos,

tus silencios,

en un exilio imperecedero

sin retorno, sin luz, sin ti,

entre los escombros y las cenizas,

el humo y la noche,

y construyo andamios y colmenas

en mi regazo

donde no duermes…

IV

Te desprendo del celofán que te asfixia

[lentamente]

te sacudo,

existes,

te acaricio con la boca húmeda

imprudente,

muda.

Cruzo las piernas, los dedos,

el alma

y converso contigo,

me fumo tu aliento,

soberanamente me fumo tu aliento,

el aire pesado que respiras confundido.

Y mancillo tu boca

[que no es mía],

muerdo tu boca

y el dolor es dulce.

Hundo mis dedos

en la selva inmortal de tu cuerpo

donde los peces

y el musgo

se adhieren a mi historia.

Te fumo

y de vez en cuando me ahogo,

me asfixio con el murmullo de tu aliento,

y en esa muerte diminuta

donde tu ausencia es utopía

te vuelvo a enseñar

el agua,

los tangos,

la tierra por donde no transitas

Nahui/Lizeth Sevilla


Nahui

Lizeth Sevilla





Espero que cuando yo esté muerto comprendas

que conseguí tanto como pude.

Charles Bukowski

I

Debió ser doloroso Nahui

abrir los ojos en una cama

sin tu mujer al lado

dejar pasar la eternidad

                          -que te pertenece-

bebiéndote las olas

de un mar dulcísimo

recorrer las plazas comerciales

con ese ejército de ángeles asexuados

que no podrás poseer/



porque en tu nuevo mundo

no está el cuerpo mío

amándote

teniéndote cerca de la piel

que ahora arde y envejece

en esta tierra de misterio y tumbas.



Debió ser extraño mirarte en las aguas

cristalinas

con tu ropaje blanco.

Escuchar mientras caminabas

los murmullos de terceros que te cuestionaron

y desde entonces te condenaron al olvido.



Debiste añorar esos conciertos coreanos

                            -que sólo tú entendías-

en aquel mundo sin lengua/



los atardeceres en los que Lhasa de Sela

se incrustaba en tus oídos

mientras leías a Platón o a Wittgenstein

y yo tomaba café o agua.



Cómo debió dolerte

no tener en tu mochila el viejo libro

Nietszcheriano

que cargabas en tus viajes,

la colección de Alighieri

que te ponía de malas cuando llegabas al infierno

y salían ese momento tus fantasmas

al filo del atardecer

                            reclamando tu presencia.  

No pude seguirte Nahui

porque me quedé llorando tu ausencia

en esa tarde de julio en que te reventó la vida

y ya no quedaron fuerzas para reclamarle al destino.



Cómo me entume el tiempo Nahui,

el ruido de los carros, el vacío de las noches en vela

esperando que vengas y me expliques

que me digas del neoliberalismo,

del misterio de los cuerpos despojados.

II

Qué le vamos a hacer a la vida

Nahui

si así nos la construyeron

muda

inerte por antonomasia

sin asombro

sin renunciamientos

con el caos agrietándonos los labios para no hablar jamás.



Cómo te explico Nahui el abandono

cómo te curo las heridas

de esa alma tuya

que se ha ido a adolecer

                a otros paraísos



cómo te digo a ti

del libre albedrío

si elegiste bien al desafiar las reglas de los mundanos

de los que vamos por la vida creyéndolo todo

el currículo

la lengua

el sexo

los divorcios

III

Nos has dejado para siempre

dolorosos

con el miedo entrando por las uñas

con las lagrimas quemando los rostros

de esos entes que nos miran y callan

con la moral rasgándonos el pecho

y la ciencia atolondrándonos

la vida…



Cómo me harás saber de ese momento

-católico y apostólico que tanto odiaste-

en que vengas y tumbes la puerta

tires los libros

asustes al gato

y me digas con la fuerza del que regresa

que no ha pasado nada…



Hay que volver a dormir…